Pequeñas Historias Fragmento de colección, 2005. Marisa Bigazzi
Primer Premio. II Salón Nacional de Artes Visuales / Escultura y Objetos. Adquisición Gobierno Local.
Objeto. Técnica mixta. Tríptico (tres vitrinas de 1mt de alto x 0,20 mt de ancho x 0,10 mt de espesor)
Cada vitrina contiene objetos a modo de colección. Cremalleras, botones y broches de prendas íntimas. Se encuentran cosidos a una tela que forra el interior de las "cajas", y cada uno lleva una etiqueta que lo nomina, con un nombre, una fecha, un hecho o un lugar real o imaginario.
“PEQUEÑAS HISTORIAS” . Bigazzi por Nodos
“Pequeñas historias”, pequeños universos, pequeños relatos, pequeños fragmentos de vida… Esta obra habla en voz baja, a un ritmo de otro tiempo, porque habla de otros tiempos.
Tres gemelas vitrinas de madera y vidrio, ordenadas, regulares... revelan una actitud sistemática y un deseo de coleccionar y proteger objetos de otros tiempos impregnados de recuerdos.
Esa materia prima está anclada/impregnada/encapsulada/condensada/... dentro de las cotidianas piezas que acompañan/protegen/facilitan/resaltan/ocultan... los momentos de nuestra vida pública e íntima. En ellas reside un valor social e histórico, que se incrusta en la memoria y que crea un relato más allá de su valor estético. Se presentan como testigos mudos, como espectadores discretos y celosos guardianes de la vida de las personas.
A cada objeto le corresponde una etiqueta que le da contexto físico, temporal o social, y entonces a la dialéctica propia de los objetos, se le suma la que nace entre estos y la palabra. A través de esa simple y particular forma de decir, se disparan las pequeñas historias: los recuerdos. En definitiva, en presencia del espectador, se unen a su carga emotiva y de vida, y producen y profundizan el mensaje, y en cada uno, cuando vuelve a leer "nevada de 1960","llegada de Teresa", "Verano de 1943", "Tío Cacho", "casamiento de Vicente"… , se renueva y se modifica.
Todas esas vidas habitan en las pequeñas comunidades contenidas y cobijadas por la tela, protegidas por la madera y el cristal. Allí se conocen y se entrecruzan, y nosotros ante ese tiempo congelado en el tiempo, somos invitados a mirar de cerquita, para que despierten, desde la tibieza de lo vivido, una sonrisa, un nudito en la garganta o una mariposa remonte vuelo en la panza, cuando un nombre nos traiga a un ser querido, una situación nos lleve a un rinconcito de la infancia o descubramos un lugar común con nuestra historia.
Cuando el arte en general se intenta alejar del concepto de uso, de lo usable, de la forma a la función, o la función a la forma, aquí se unen por otras aristas y es en el objeto de uso, en su relación con la palabra, y en la invitación a imaginar, donde aparecen los nuevos actores o protagonistas invisibles: los sonidos, los perfumes, las voces, la música; porque, si pudiéramos imaginariamente escurrirnos dentro, seguramente están ahí atesorados.
Esta obra da la sensación de haber sido construida a lo largo de buena parte de una vida. Acumulada desde la infancia y sintetizada en una idea y forma simple-diversa, racional-emotiva, distante-atractiva. Representa un homenaje a la cotidianeidad. Nos invita a mirar, y a mirarnos, a recordar, y a recordarnos, a sentir, y a sentirnos, a recorrer recuerdos de nuestra vida o imaginar recuerdos de otras vidas.
En todo momento la artista desaparece. Su mano/técnica/gestualidad/expresión/... queda oculta detrás de una hechura-confección utilitaria. La selección de materiales (madera, vidrio, lienzo, objetos de mercería, bisagras, barniz, etiquetas, lápiz negro...) y la forma de construcción nos hacen olvidar que tiene autor/a, y reencontrarnos con nuestros sentimientos (encontrados-inventados) que son el mensaje.
En su lenguaje simple, parece que nos habla calmo, como el ritmo aletargado de una siestita de verano, cuando una nena se escapa a ese universo de olor a naftalina y pelusitas, entra en la piecita de las costuras y vuelve a soñar llevada por los colores y los sonidos. Y en ese valsecito, vuelve a escuchar las risas contenidas, la radio bajita, las historias simples de la familia o del barrio… Un mundo de manos de niña jugando a ser mamá o abuela; o de manos de madre o abuela jugando a ser niñas de nuevo.
Un discurso de hoy, que construye un relato de ayer. Un discurso simple para un relato profundo, que nos dice de nostalgias, recuerdos, intimidad, con una calidez y calidad surgida en la poética y estética de los objetos. Y como una sutil y agradable sugerencia nos invita a emprender un viaje personal e íntimo, porque en ese permitirse imaginar, cada vez que vuelva a ser observado y en cada uno, su relato se renueva. Ese es su innegable carácter de arte, su valor y su aporte.
Marisa Bigazzi
Nació en Acebal (Santa Fe) el 22 de abril de 1971. Se graduó como Lic. en Bellas Artes en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Desde 1992 se desempeña como docente en la cátedra de Escultura, Escuela de Bellas Artes UNR. Desde 1993 participa y organiza, junto a la cátedra de Escultura de la Escuela de Bellas Artes, las Bienales Latinoamericanas de Mini-Trabajos en el espacio para alumnos de Bellas Artes UNR. Desde el año 2000 organiza y diseña vestuarios y puesta visual para UNI-BERA CA. Acebal. Desde 2002, integra el grupo MAgMA, junto a los artistas Arminda Ulloa, Valeria Álbarez y Mauro Musante. Ha obtenido premios y distinciones en salones municipales y nacionales.
Nodos
Diseñadores gráficos, integrantes del grupo Ecolectivo y co-autotes de la muestra Biolencia. Andrea Ciaravino, Carlos Macheratti
(nodos.dsnn@gmail.com)